jueves, 10 de febrero de 2011

EL VINO
Si “algo tendrá el agua cuando la bendicen,” ¿qué no tendrá el vino cuando lo consagran?
El vino es la bebida universal que se le va a las barbas al agua, la bebida que resistió todos los avatares y los tiempos y llegó virgen a nuestros días, el vino puro de cepa cosechada en el veranillo del membrillo a punta de navaja de Don Benito, la famosa Pedro Ximénez, la Beba, la Garnacha, la Eva… las que dan los caldos más ricos de toda la serie de uvas que se plantan en suelo ibérico, la que, hecha mosto, bulle y rebulle en el depósito y es removida hasta que el vino aparece glorioso con sus burbujitas sobrenadándole, allá por San Andrés.
Antiguamente había que beberlo en los primeros meses del año, antes de que llegase el verano y lo estropease haciéndole vinagre. Más después entró en liza la química para que se hiciese resistente al tiempo, pero tenía el inconveniente de que si no era tratado primorosamente por algún enólogo, proporcionaba dolores de cabeza. Y era el vino el que pagaba el pato de aquella contrariedad de la que eran culpables los ácidos que se añadían con poca mesura.
Pero actualmente el vino ha ganado múltiples batallas: las nuevas técnicas de fermentación y elaboración han eliminado el riesgo de que se estropee, se pase a vinagre o adquiera algún paladar distinto al vino puro; ha desaparecido definitivamente la garrafa de vino a granel y se ha pasado al embotellado más exquisito teniendo una presentación al cliente verdaderamente sobresaliente con lo que compite con todas las demás bebidas etiquetadas de los más diversos licores.
Nuestros mejores votos por la salud del vino. El vino ha alcanzado la cota de calidad y precio que se merece. Viva el vino! José Larrey

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